Crónica de una instalación de Xubuntu 16.04 en un ordenador con UEFI

Enfrentarse por primera vez a las limitaciones de tu libertad de instalación de sistemas operativo generadas por UEFI fue una experiencia memorable, y no para bien.

Había oído que enfrentarse a Windows 10 y UEFI (que es el nuevo sistema básico de entrada salida, lo primero que se lee al iniciar un PC, y lo que lanza el sistema operativo) podía ser terrible, y este fin de semana confirmé esa historia: me llevó 6 horas conseguir que la máquina obedeciese. El equipo en cuestión: un Acer Aspire E11, un netbook que traía preinstalado Windows 8.1.

El primer paso fue desactivar el arranque rápido de Windows 8, de manera que en vez de irse a iniciar Windows sin preguntar, se pueda acceder a UEFI y decidir desde dónde quiero arrancar. Eso es relativamente fácil si sabes donde buscar: panel de control, opciones de energía y desactivar el arranque rápido (fast startup). Esto permite que pulsando F2 nada mas reiniciar, y así poder activar desde allí la función de permitir la selección del dispositivo de arranque al pulsar F12. Desde mi punto de vista, que se niegue la posibilidad de seleccionar el dispositivo de arranque es un peligro: ¿y si le pasa algo al arranque de windows? Tradicionalmente, en equipos clásicos BIOS (ahora llamado modo legado), yo arrancaba con un live-pendrive de Linux, rescataba los datos de Windows y aplicaba un formateo para así tenerlo todo en limpio, y adiós problema, pero con ese blindaje esa posibilidad no existe, lo que en mi opinión es un peligro.

Bueno, ya tenemos el sistema receptivo, asi que lo siguiente es tener un dispositivo UEFI legible, asi que los clásicos pendrive Linux con varias distros que yo solía crear vía YUMI, tampoco sirven. Afortunadamente tenemos un nuevo mejor amigo en ese sentido: Rufus (sentíos libres de cantar la canción de Deponia, “le llaman Rufus, Rufuuuuus”). Así que formateando un pendrive con GPT Partition Scheme y pasándole la ISO de Xubuntu tuve mi dispositivo listo, y por fin seleccionable desde el condenado UEFI.

Xubuntu reconoció todo el hardware en modo live a la primera para mi gran alegría (el wifi parecía que se quería poner algo chulo, pero cedió), así que procedí con la instalación: eliminé Windows para dejar únicamente Xubuntu por lo que ni planteé preparar el orden de GRUB para seleccionar el sistema operativo al arrancar. Windows 8.1 estaba en un pendrive de recuperación por si algún día cedía ese equipo que tuviese una copia del sistema original guardado, pero en casa como que ninguno queremos tocar ese monstruito del averno. Así que al sacar el pendrive y reiniciar salió… que UEFI no encontraba dispositivos iniciables.

Esto fue la guinda del pastel que en la ya enorme rabieta que tenía contra Microsoft: tuve que entrar a desbloquear UEFI y escribir a mano el arranque. Básicamente activar la contraseña (que hay que apuntar porque perderla puede cerrar el acceso a UEFI para los restos), ir a editar el fichero y copiar Ubuntu.efi. Tras salvar y guardar, por fin esta vez fue la buena: hola Xubuntu 16.04 arrancando a velocidad de vértigo. Mucho mas rápido que el cacareado arranque rápido de Windows 8.

Xubuntu 16.04 en un portatil con UEFI - Se ve en la pantalla que la interfaz XFCE con la barra de lanzadores plank.

Por si tenéis curiosidad, lo que está corriendo en la foto es Xubuntu 16.04 con plank (ese dock a lo macOSX o Unity que veis abajo, que gestiona las ventanas abiertas por sí solo). Para instalarlo rápidamente los comandos de terminal son los siguientes.

sudo add-apt-repository ppa:ricotz/docky
sudo apt-get update
sudo apt-get install plank

Y también es importante añadirlo a la lista de aplicaciones que se deben iniciar en cuanto arranque el sistema, que si no, tiene poco sentido. Para ello hay que ir a Configuración/Sesión e inicio/Autorranque de aplicaciones, y añadir plank.

Como plank ya gestiona las ventanas, y de hecho es mas eficiente que la 2ª barra opcional propia interfaz XFCE de Xubuntu, le eliminé dicha función de la barra superior para ganar unos cuantos recursos. Después está el tema de los escritorios, que para un simple netbook con 2 se va sobrado, pero activar esto por defecto deja configurada una cosa que no me hace mucha ilusión: a mi me gusta poder dejar las ventanas ocupando media pantalla cuando las arrastro contra los bordes de la derecha de la pantalla, no que pasen al siguiente escritorio. Me resulta muy práctico tener dos ventanas a la vez (por ejemplo para navegar y tomar notas a la vez), así que en la gestión de ventanas me fui a la opción de “wrap workspace” y listo. Mi última manía es que me gusta que la tecla de “super” (la típica tecla del logo windows) abra el menú Whisker (lo que para los usuarios de Windows sería el equivalente al Menú Inicio), cambio que se logra fácilmente yendo a “configuración/teclado/atajos” , y colocando “pop-up-menu-whisker” el valor “super-L”.

Con estos cambios y tras instalar las aplicaciones que sean de mi gusto (por ejemplo, prefiero Audacious y VLC a los clásicos GMusicBrowser y Parole), ya tengo el equipo plenamente funcional y rindiendo de lujo, pues esta distro consume muy poco. Xubuntu 16.04 se está portando muy bien para estar recién salido del horno, y por ahora solo me he topado con un bug: tras bloquear la pantalla y desbloquear, el cursor se pierde. Haciendo el viejo truco de Control+Alt+F1 seguido de Control+Alt+F7 se recupera, pero supongo que en pocas semanas será historia. La otra cosa que me llevo de toda esta experiencia es que no quiero ver la Modern UI de Windows ni en pintura en ninguno de mis equipos, ¡menuda cosa mas mal pensada para un sobremesa!