A primera vista podríamos pensar que los suicidios son debidos a patologías psicológicas como es la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, el 77% de los suicidios se producen en países donde los índices de pobreza son más altos [1]. Con esto nos referimos a que las causas no solo son individuales, sino que el colectivo también puede influir sobre nuestras decisiones. Este hecho fue introducido por el sociólogo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, llamado Durkheim con su libro El Suicidio escrito en 1897.
En este libro, Durkheim nos presenta varios tipos de suicidios acordes al tipo de sociedad según el nivel de regulación e integración de estas; el suicidio egoísta, altruista, anómico y fatalista. Así pues, centraremos nuestro análisis sobre el capítulo del suicidio anómico.
Durkheim, define el suicidio anómico como “Siempre que se producen en el cuerpo social serias reorganizaciones, ya sea por un súbito crecimiento o por un cataclismo inesperado, el hombre se mata más fácilmente.” [2]. Según el autor, la falta de regulación, hace que los suicidios aumenten en cantidad. Legados a este punto, podemos cuestionarnos; ¿Cuáles son las causas y consecuencias del suicidio anómico?
Primeramente, veremos que las crisis son la mayor causa de este fenómeno. Después observaremos la necesitada de marcar unos límites a nuestros deseos para disminuir el número de suicidios. Y finalmente, veremos que tanto el comercio como la industria son factores que llevan a aumentar las muertes voluntarias.
En el primer apartado de este capítulo, Durkheim nos introduce el tema por una serie de ejemplos históricos donde se ha producido un aumento de los suicidios. Rápidamente, no damos cuenta que estos ejemplos tienen como punto en común de ser crisis económicas. Nos dice; “El volumen de las quiebras es un barómetro que refleja con suficiente exactitud las variaciones de la vida económica.”. Y esto, no solo es observable en los ejemplos que pone del siglo XIX, sino que es un hecho que sigue vigente en nuestra actualidad. En la crisis de 2008, vemos una un aumento de los suicidios en España. En 2007, tenemos un 11,6% que va aumentando hasta llegar al 14,9% en 2011 [3]. Son situaciones en la que los individuos en un malestar emocional donde la incertidumbre de su propia subsistencia se impone sobre las ganas de vivir de una persona.
Pero bien, Durkheim va más allá, nos expone que las crisis de bienestar también contribuyen en el aumento de suicidios. Nos muestra que en los años de la unidad de Italia del siglo XIX, hubo un aumento del bienestar colectivo. En unos 10 años, los suicidios se duplicaron. No obstante, se tendría que ver qué medios utilizaban los italianos de aquella época para determinar si era un suicidio o no (quien dice más bienestar, dice más medios de investigación que tal vez no tenían antes), junto con la gran emigración que hubo en esa época. El autor nos llega a declarar que “la miseria protege”. En este sentido, Durkheim piensa que alguien que está en la miseria “tiene todas las de perder”, que hace que tenga unas aspiraciones más alcanzables. Pero, ¿el nivel de desesperación de una persona miserable no le conduciría justamente a suicidarse?. Con esto, el autor nos quiere demostrar que estas crisis, sean beneficiosas o no, son “perturbaciones del orden colectivo” y que se trata de una “ruptura del equilibrio”. Aquí nos podríamos cuestionar sobre el significado de “equilibrio” según Durkheim. Con el auge del capitalismo se ha podido ver que este “equilibro” del cual habla Durkheim no es posible. Por el simple hecho de que el capitalismo comporta una economía de crisis circular; hay ascenso económico, después una recesión, en algunos casos depresión y luego la recuperación [4]. La palabra “equilibrio” en un sistema capitalista pierde todo su sentido.
A continuación, nos interesaremos sobre el porqué estas crisis influyen tanto en los suicidios. En el segundo apartado, Durkheim nos explica que “el hombre, porque la mayor parte de sus necesidades no dependen, o no en la misma medida, del cuerpo” (Durkheim, 1897; 214). El ser humano, ya no se guía por sus necesidades biológicas y físicas, sino que son sus deseos los que guían sus necesidades. Este hecho, lo podríamos asociar con los conceptos marxistas del “valor de uso” y el “valor de cambio” [5]. Marx introdujo estos dos conceptos para hablar del paso del feudalismo al capitalismo. Observó, que en la época feudal se producía para subsistir. Y en la época capitalista se produce para intercambiar y abastecer los deseos de la población. Con esto, Durkheim nos explica que el Hombre tiene unos deseos ilimitados y que la “insaciabilidad es patológica”. En situaciones de escasa regulación, el individuo está expuesto a un conjunto de incertidumbres sobre lo que puede hacer o no.
Si para Durkheim el suicidio anómico es debido a la falta de regulación, Foucault nos dice lo opuesto. Foucault presenta el suicidio como la consecuencia de nuevas formas de control social que alteran la conducta individual. Tendría que “preparar a la muerte” haciendo de ella un fenómeno aceptado para poder disminuir la tasa de suicidios [6]. Para Durkheim, la sociedad necesitaría imponer su poder en los individuos para equilibrar y limitar sus deseos. Es decir, afirma “las satisfacciones recibidas estimulan las necesidades en lugar de calmarlas” (Durkheim 1897; 2015). Al tener una sociedad de consumo cada vez más importante, actualmente podemos ver este fenómeno y según este autor debe ser la autoridad colectiva la que debe ejercer esta regulación. Sin embargo, ¿cómo puede, la autoridad colectiva imponerse sobre el individuo si esta misma está protagonizada por el consumo en masa? Por lo tanto, podríamos establecer la alternativa que propone Foucault para llegar a esta regulación que tanto nos habla Durkheim.
El sociólogo nos habla de la sociedad como un todo moral. Esta moralidad es lo que determina si un hecho es social o no y esta misma es la que debe poner los límites al Hombre. Si la sociedad tiene una moral sana, esta se podrá imponer sobre el individuo. Por lo tanto, cuando nos habla de la falta de regulación en una sociedad, nos expone una anomalía moral que es incapaz de imponer un freno al ser humano. Las aspiraciones del individuo, pues, se verán limitada y controladas por una regulación moral sana. Puesto que “cuanto menos posea uno, menos intenta ampliar el círculo de sus necesidades” (Durkheim 1897; 220), la pobreza es presentada como un freno. Pero bien, tenemos que recordar que según la OMS, el 77% de los suicidios actuales se producen en países pobres. Así que, ¿hasta qué punto la pobreza es un freno?
Seguidamente, nos explica como el desarrollo de la industria y el comercio han participado en el ascenso de los suicidios.
Es bien conocido que en la era capitalista, el consumo está exento de toda regulación. Durkheim nos explica que antes del afloramiento de este sistema económico, existía “un sistema de poderes morales [que] tenían por función disciplinarlos [los individuos]” (Durkheim 1897; 220). Nos pone el ejemplo de las religiones que según este autor es fuente de cohesión social. Si la creencia religiosa es protectora del suicidio es porque en los escritos divinos, el suicidio es considerado como pecado. Así también lo es el consumo de alcohol y substancias ilícitas. Un estudio hecho por el Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría nos demuestra que “en los no creyentes la posibilidad de morir mediante suicidio era casi 2´5 veces mayor que en los creyentes” [7]. Aparte, Durkheim nos demuestra que en las zonas agrícolas hay menos suicidios. No sería de extrañar pensar que la religión, en esta situación tiene un rol importante, ya que en las zonas rurales es donde se encuentra mayor presencia de la religión. A medida que el pensamiento y la economía va desarrollándose, la religión ocupa un lugar cada vez menor en la sociedad. Durkheim nos explica lo que se podría asimilar a la famosa “acumulación originaria” de Marx para explicar las sociedades ya más avanzadas tienen como objetivo “prosperar industrialmente”. Quién dice desarrollo de la industria, dice crecimiento del consumo. Y quién dice crecimiento del consumo, dice menor regulación de los deseos del Hombre. Como expresaría Georg Simmel, se ha perdido la subjetividad del valor del producto, haciendo de este un valor objetivo por la aceptación del precio impuesto por el mercado [8]. Esto hace que haya una especulación causada por este deseo humano ilimitado. Es una “pasión del infinito” (Durkheim 1897; 223) que hizo explotar la Bolsa de Wall Street en 1929. El deseo de querer siempre más hace que haya una “anomalía constate” en nuestras sociedades. Podríamos explicar este sistema de crisis circular que hemos mencionado antes por estos impulsos individuales, frutos de “las conciencias desordenadas”, es decir, no morales.
Finalmente, este tipo de suicidio lo podríamos asociar con el suicidio egoísta donde hay un exceso de individualismo. Tanto en el suicidio anómico como el egoísta tenemos una “emergencia de impulsos individuales e intereses personales; no obstante, las causas son distintas y, por lo tanto, constituyen diferentes tipos.” [9]. Si bien el propio Durkheim admite haber una similitud en estas dos situaciones, encuentra necesario hacer la distinción.
Para concluir, en este análisis hemos visto que las crisis de bienestar o no, hacen que haya un ascenso de la tasa de suicidios. Hemos observado que el apetito ilimitado del Hombre y la no regulación de estos, hace que en la sociedad haya estas crisis tan influyentes en el suicidio. En última instancia, hemos analizado que la religión puede ser protectora del suicidio, pero, en contraposición, el desarrollo de la industria y el comercio hacen que los suicidios aumenten por el consumo ilimitado. Así pues, también hemos podido advertir que en la actualidad, las fuerzas reguladoras de la sociedad se han debilitado creando un sistema circular de crisis inevitable. Sabiendo que el sistema capitalista es un pez que se muerde la cola ¿cómo podríamos disminuir la tasa de suicidios en sociedades capitalistas?
[1] Organización Mundial de la Salud (17 Junio 2021). Suicide. France
[2] E. Durkheim (1897). El suicidio; el suicidio anómico (2a edición). España, Ediciones Akal
[3] Idescat (2020). Suicidios. Por sexo y provincias.
[4] BBVA (28 agosto 2020). ¿Qué es un ciclo económico?
[5] Karl Marx (1867). El capital; la llamada acumulación originaria.
[6] M. Foucault (2010). Un plaisir si simple. Francia. Le Gai Pied, núm. 1
[7] Francisco Javier Peralta Gallego (2018). Estudio de la relación entre suicidio y religión. Interpsiquis; XIX Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría
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